A todos nos pasa con bastante frecuencia, mucho más de lo que quisiéramos en realidad. Empezamos a sumar disconformidades en nuestro trabajo y sentimos que nuestra posición y responsabilidades nos dejan de motivar y lo primero que se nos viene a la cabeza en este escenario es “tengo que buscar un nuevo trabajo”, pero en realidad, existe otra opción...
hablar con tu jefe.
Si, aunque te parezca que puede ser arriesgado, lo mejor que podés hacer en esta situación es charlar con tu jefe y contarle por qué te estás sintiendo incómodo con tu trabajo actual. Esta conversación, que reconocemos te puede resultar difícil, es necesaria y vale la pena tenerla por varios motivos.
En primer lugar, charlar con tu jefe y conversar sobre lo que te está pasando es la mejor forma de saber si realmente hay empatía, es decir si tu jefe entiende tus problemas, se preocupa por tu situación personal y por tu carrera profesional y realmente quiere ayudarte a vos y a la empresa. Además, y aunque quizás no resulte en un aumento inmediato de tu sueldo (aunque nunca se sabe), a partir de esta charla, no sólo podrás consolidar este vínculo, sino que además, podrás empezar a resolver tus problemas o disconformidades con su ayuda, finalmente resolverlas y sentirte más cómodo, valorado y nuevamente motivado a seguir con tu trabajo y mejorarlo.
Si lo que te está incomodando son las formas de trabajar en tu empresa, hablar con tu jefe y llevarle nuevas propuestas es la manera más directa de generar un cambio. ¡Quizás tu jefe ni siquiera sabe que hay mejores formas de hacer las cosas! Además, este tipo de propuestas demuestran tu personalidad proactiva y tu preocupación por hacer mejor las cosas, sin duda dos cualidades muy valoradas por cualquier empleador.
No improvises, preparate bien para esta charla con tu jefe. Aquí te dejamos algunos tips para que puedas aplicar.
1. Pensá bien lo que querés lograr.
¿Querés un aumento? ¿Más responsabilidades? ¿Apoyo en tus tareas? Antes de comenzar la charla, definí claramente los puntos principales a tratar y cómo los vas a tratar. Trazate un plan mental de qué vas a decir y qué te gustaría lograr al final de la charla. La charla con tu jefe no puede ser una catarsis o queja acerca de tus problemas, sino un conversación de qué soluciones o cambios deberían implementarse para lograr superar o mejorar diversas situaciones que afectan tu desempeño individual o el de tu equipo.
2. Conseguí el tiempo necesario para esta charla.
En este tipo de conversaciones es importante lograr toda la atención de tu jefe, lo que por cierto no es nada fácil, pero es necesario. Organizá un momento y un espacio en que ambos puedan hablar tranquilos, fuera de la vorágine de las tareas diarias.
3. Preparala bien.
Con tus objetivos bien definidos, tenés que tener muy claro qué decir y cómo. Si sentís que te están pagando poco, investigá sobre el salario promedio del mercado. O prepará un detalle de cómo agregás valor a tu equipo y cómo una promoción tendría sentido en base a tu trabajo y a los resultados obtenidos. Asegurate de tener información correcta y suficiente y de ser lo más concreto y directo posible, sin perder el tacto.
4. Cuidá las formas.
Es importante que no solo el contenido de tu conversación sea el adecuado sino que deberás cuidar mucho las formas, para que no se mal interprete lo que querés decir y lograr. Concurrí a esta charla con una mentalidad positiva, con la expectativa de que lo que hablen llevará a mejoras en tu situación. El tono debe ser ante todo cordial, amistoso, evitando discusiones o peleas que deriven en situaciones no deseadas. No veas a tu jefe como parte del problema, sino justamente, como parte de la solución.
5. Peleá con, no contra.
Esta charla es para comunicarle a tu jefe que necesitás su apoyo para lograr modificar determinadas situaciones que están afectando tu trabajo. En definitiva, lo que estás pretendiendo con esta charla es conseguir su confianza y su respaldo para que te ayude a alcanzar el cambio que estás promoviendo. Evitá hablar de errores o mal entendidos del pasado, sino que enfocate en propuestas o ideas positivas para mejorar el trabajo en conjunto.
6. Ofrecé algo de tu lado.
En este tipo de charlas, no podés pretender que te solucionen todo, tenés que ir con propuestas que viabilicen el cambio. ¿Querés un aumento? Preguntá qué más podés hacer para merecerlo. ¿Querés cambiar un método de trabajo? Proponé sugerencias de mejora. Tu jefe puede ser un compañero, un mentor, pero no un padre.
7. Nadie es perfecto.
Tratá de tener una visión real y completa del problema. Es difícil ser objetivo, pero si planteás que vos hacés todo bien y el problema son los otros, vas a perder toda credibilidad y cualquier posibilidad de lograr un cambio. Si tu jefe te presenta alguna crítica, escuchalo y procesá lo que te está marcando. No lo tomes como un ataque personal, sino como una oportunidad de mejora. Es importante ponerse en el lugar del otro para encontrar una solución.
8. Siempre dos orejas y una boca.
Habitualmente, los jefes tienden a ver las cosas de manera diferente a sus colaboradores. En general suelen tener un ojo en la estrategia de la empresa y otro en lo que está haciendo su equipo para implementarla, por lo que es fundamental que escuches el doble de lo que hables. Es posible que las cosas se vuelvan más claras y aceptables para vos cuando tengas el panorama completo de lo que realmente está sucediendo en tu empresa y cómo podés incidir realmente en operar el cambio que estabas buscando.
¿Qué pasa si nada de esto funciona?
Una posibilidad, es que tanto durante la charla, como tiempo después, encuentres que tu jefe no te escucha o no es receptivo a los cambios que vos proponés, o directamente no puede influir debidamente en su cadena de mando o en el equipo para mejorar tu situación personal y no estás dispuesto a esperar demasiado tiempo para empezar a vislumbrar una mejora. Entonces, recién ahí, vas a tener la certeza de que realmente necesitás buscar un nuevo trabajo. Pero mientras dure todo este proceso de cambio, es fundamental que mantengas tu relación laboral siempre positiva.