Controlan detalles. Cambian las comas y los puntos de cualquier presentación. Nunca están satisfechos con los resultados ni con los procesos. Son las actividades preferidas de los temidos micromanagers, aquellos jefes que hacen del control una de sus principales banderas. Lo hacen naturalmente y sin notarlo, o considerando que la vigilancia cuerpo a cuerpo ayuda a la productividad y a conseguir mejores resultados. En cualquiera de los dos casos, los colaboradores tienen que aprender a lidiar con este tipo de estilo de management.
Angela Copeland, directora de Copeland Coaching y colaboradora de medios como Forbes, The Huffington Post y Glassdoor, cree que la situación negativa del micromanagement puede ayudar a transformar positivamente el ambiente laboral. Más allá de evaluar si el micromanagement es una buena técnica de gestión o no, todo aquel que tenga un jefe que lo aplique deberá desarrollar herramientas para convivir con él. ¿Cómo aguantar esa presión constante? Copeland brinda algunos tips muy útiles:
- Tomar el control: Copeland propone tratar al jefe como un cliente especialmente quisquilloso. Si tu jefe te busca todo el tiempo para chequear con vos lo que hiciste, tomar la iniciativa es una buena respuesta para no quedar a merced de su necesidad obsesiva de control. Una forma de hacerlo es proponer alternativas para reuniones y updates. Si está encima tuyo todos los días, podés proponerle enviarle actualizaciones diarias por correo, siempre con el tono y la predisposición acordes para mitigar sus miedos y prejuicios. En otras palabras, dice Copeland, se trata de “managear” a tu manager con un trabajo de hormiga.
- Buscá los indicios desde el principio: Ya desde la entrevista laboral podés ver si un jefe va a estar obsesivamente requiriéndote cosas o no. Y eso siempre se soluciona haciendo las preguntas correctas. ¿Hay reuniones pautadas? ¿Son claros los términos del balance entre vida privada y vida laboral? ¿Cómo es la comunicación interna de la empresa? Muchos piensan que deben ir a una entrevista laboral solo a responder preguntas, cuando en realidad las respuestas son tan importantes como las preguntas que tenemos que hacer a los entrevistadores.
- Discutirlo con el jefe: Es una opción que de solo pebsarla puede ponerte los nervios de punta. Pero discutir la situación con otros managers o con el departamento de RRHH puede ser aún peor. Por lo tanto, la alternativa es sentarte con tu jefe y plantear la situación abiertamente. Si vos necesitás más espacio para trabajar mejor y ser más productivo, ¿no sería mejor que el control se redujera a los temas y proyectos mås importantes? Es una instancia difícil, porque a menudo el micromanagement no es una técnica consciente de gestión, sino más bien un reflejo natural de un jefe obsesivo. Pero no perdés nada con intentar una charla profesional. Por lo menos, servirá para poner las cartas sobre la mesa y visibilizar la situación.
- Mejorar la autoestima: La confianza es la clave, dice Copeland. El micromanagement ataca diariamente tu autoestima. Con constantes recordatorios, correcciones o llamados de atención, tu jefe demuestra que no confía en vos y, además, señala permanentemente los errores cometidos, por más pequeños que sean. Lo importante es apuntalar la autoestima recordándote que sos un buen profesional y que la posición que tenés la ganaste por tus capacidades. Separate del estrés que produce el control excesivo y aprendé a lidiar con el micromanagement sin que afecte tu confianza.
Si tu jefe practica el micromanagement y te hace sentir la presión, no te preocupes. Hay formas de vivir y trabajar en ese contexto, y aprovecharlo incluso como práctica para mejorar tus habilidades blandas y fortalecer tu autoestima. Puede ser un gran elemento para mejorar tu experiencia de cara al futuro. Así, cuando en las próximas entrevistas te pregunten cuáles fueron tus logros profesionales, vas a poder decir con orgullo: “Sobreviví con éxito a una situación de micromanagement”.