Expresarse correctamente resulta crucial tanto en entrevistas de trabajo como en conversaciones diarias con jefes, colegas y clientes. Sin duda, más allá de la correcta elaboración de las frases o respuestas cuidando el contenido, cuidar las formas es una habilidad comunicacional cada vez más relevante y diferencial en un entorno en donde la influencia del estilo abreviado, modismos y emoticones de las redes sociales está impactando negativamente sobre la manera en la que nos expresamos.
Todos de alguna manera parecemos expertos en boicotear conversaciones, incluyendo en nuestras respuestas palabras sin sentido o “muletillas” que repetimos sin darnos cuenta una y otra vez, y que no aportan en nada a la esencia de lo que queremos transmitir. Muchas veces, estos modismos generan en nuestro interlocutor sensaciones negativas, transmitiendo poco profesionalismo, insolvencia, inseguridad, falta de preparación, y dejan entrever un léxico escaso o un nivel de cultura general bajo.
Generalmente, utilizamos estas palabras vacías, modismos o muletillas de manera inconsciente, para darnos tiempo a pensar o por temor a generar una pausa en nuestro discurso. La pregunta entonces es: ¿cómo las evitamos si se trata de un mecanismo inconsciente?
El mejor truco para eliminarlas de nuestro lenguaje es bastante simple, solo basta con tomarnos una pausa antes de responder y luego hablar sin rodeos, expresando nuestro punto o idea. Esta breve pausa o silencio, más allá de darnos seguridad a la hora de responder, te permitirá elaborar mejor la respuesta y, al mismo tiempo, le indicará a tu interlocutor que su pregunta es importante. En la oratoria, los silencios son muy valiosos y te ayudarán a cuidar las formas y el contenido de tus respuestas, empoderando tu relato.
Otra manera bien práctica y útil para detectar y eliminar estos modismos es realizar un ejercicio de preguntas y respuestas con un amigo y grabarte. Seguramente, vas a identificar muchos de estos términos inútiles o vacíos que hacen “ruido” en tu comunicación.
Estas son algunas de las expresiones más comunes que le quitan fuerza a tus respuestas y deberías eliminar para lograr una comunicación más efectiva:
1. "Umm"
Este modismo es de los más comunes y a la vez más difíciles de abandonar y hace que quien habla se vea realmente inseguro, dubitativo. Para dejar esta expresión fuera de tus conversaciones se requiere atención y voluntad, pero finalmente todo esfuerzo por abandonarlo habrá valido la pena.
2. "La verdad es que"
Esta expresión advierte o previene al oyente sobre “algo” que tendrá un efecto negativo y reduce la fuerza de nuestra respuesta. Se utiliza en contextos argumentativos en los que mitiga y adelanta una información que rompe con lo esperado por el receptor. Es mejor evitarla y decir las cosas con claridad y como son, sin hacer interpretaciones sobre cuáles son las expectativas de quien nos está escuchando.
3. "Dejame pensar"
En un contexto laboral, la seguridad que demostramos al hablar da cuenta de nuestra aptitud y de la responsabilidad con la que encaramos las tareas diarias. Especialmente en estos casos, es muy útil el recurso de la pausa, pensar qué se va a decir, y luego responder. ¿Por qué pedir permiso para hacer lo que deberíamos hacer antes de dar cualquier respuesta?
4. "Esa es una buena pregunta"
Esta y otras frases, que muchas veces se vacían de contenido por la repetición, aparecen en el inicio de nuestras respuestas para evitar el silencio, pero le indican a nuestro interlocutor que necesitamos ganar tiempo para pensar lo que vamos a decir. Una buena pausa para elaborar mejor nuestra respuesta suma mucho más.
Las muletillas son un fenómeno que se extiende a todos los idiomas y al corresponder a un lenguaje más bien informal, pueden denotar falta de profesionalismo. Si tenemos que defender un punto de vista, debemos hacerlo a partir de los argumentos que podemos esgrimir a partir de nuestro conocimiento, experiencia y formación, por lo que este tipo de muletillas en lugar de sumar, restan. Atención y lectura son las mejores armas que tenemos para expandir nuestro vocabulario y desarrollar al máximo el potencial de nuestra palabra para comunicarnos de manera efectiva.